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Luego de dejar de pintar durante dos años, retome el trabajo de taller utilizando los lápices de colores que me habían sobrado de cajas antiguas, dibujando con los colores que no me gustaron nunca, esto durante el año 1984. No recuerdo a cabalidad las motivaciones específicas que tuve para la realización de cada dibujo, pero en general, se trataba de realizar trabajos que, en el transcurso de aquellos años se fueron modificando y adecuando a cambios sociales, políticos y personales.

Con relación a los aspectos formales, la idea consistía en poder incorporar en las soluciones aspectos provenientes de diferentes disciplinas. El grabado aporto la aplicación de colores simulando plantillas impresas, es decir, colores relativamente planos. Por otra parte, los pasajes de sombras provenientes de la pintura, cuestión que siempre me ha sugerido la tradición, o mejor dicho, parte de la enseñanza académica de aquellos años de formación. Por último, el dibujo, la línea que traza el borde de las cosas, definiendo con esto las particularidades de los objetos.

Entonces, los aspectos formales fueron tratados con el fin de fusionarlos en una sola unidad sostenida en el dibujo, como el espacio aglutinador de estos recursos. Pero, ¿qué era lo que sucedía al interior de los dibujos? ¿Qué fundaba ideológicamente estos trabajos?

Hubo diferentes motivaciones de distinta índole como, por ejemplo, el contexto político reinante en nuestro país, lo que me llevo a buscar la manera de desmontar la organización del espacio en la superficie en ese contexto, intentando transformarlo en un lugar imposible de habitar, totalmente desarticulado.

También, está la necesidad de revertir, desde el propio dibujo, el clima político dictatorial, el que negaba toda posibilidad de visualizar un futuro auspicioso, una nueva historia que pudiera revertir ese presente, como el que aconteció en esos años. No podría dejar de mencionar la poesía de Raúl Zurita, su manera de transformar el paisaje de Chile en un cuerpo doliente bañado por sus playas llenando la naturaleza de metáfora. Sí, su poesía me ayudó a deconstruir el espacio y transformarlo en algunos de mis dibujos.

Otro aspecto subyacente, tenía relación con el tema de la muerte, con la caída lenta, lenta, lenta del cuerpo de golpe al suelo, con la última mirada eternizada por siempre en tu retina, sin poder cambiar esa imagen fija nunca más, algo que siempre me he imaginado, es decir, el infierno.

Ante este escenario se me hizo necesario buscar la posibilidad de imaginar trabajos que, aun cuando describieran metafóricamente un clima infernal, pudieran contener al mismo tiempo, algún aspecto que aludiera a lo que entendemos por lo divino, como una posibilidad de cambiar el mundo, una suerte de germen que siempre debiéramos tener presente.

 

Jorge Gaete